Durante mi vida itamita, una de las primeras cosas que me enseñaron, fue la célebre frase: "there's no thing as a free lunch."
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Y es curioso como me lo enseñaron tan bien, que al ver una película, venga a mi mente esta frase. La vida, sin duda alguna, se compone de decisiones. Unas que tomamos, otras que nos toman, pero finalmente decisiones que nos llevan por una u otra senda y nos obligan necesariamente a dejar de caminar la senda "no elegida," por decirlo de alguna manera. Esto no significa que lo que elegimos sea lo mejor o lo que dejamos, sea malo.
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Va mucho más allá del bien y del mal. Simple y sencillamente implica que no puede tenerse todo en la vida y elegir cuesta no tener lo que la otra alternativa ofrecía. Suena fácil, pero en la práctica, cuando se trata de decisiones de vida, es difícil asimilarlo por completo. Y de repente uno se encuentra con que extraña terriblemente una oficina que ya no es, a un amigo que se fue, a una pareja que ya no está, un modo de vida que decidimos modificar; en cambio, sonríes al reconocer que hay una nueva forma de vida que se acerca más a lo que quieres, que amas a tu pareja, y que, en pocas palabras, las decisiones que tomaste te han llevado a un escenario que Tu haz construido.
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Aún cuando ese edificio que va consolidándose sea lo que hemos estado construyendo cuidadosamente, hay ocasiones en que uno no puede dejar de preguntarse ¿qué hubiera sido si hubiera elegido el otro camino? En ese caso, tal vez los sabores de la vida que ahora tanto disfrutamos, nos serían desconocidos... Me gustan las especias que sazonan hoy mi vida. Estoy segura que hay muchas más por descubrir y quizá otras tantas que nunca conozca. No se puede tener todo en la vida, a fin de cuentas, "there's no thing as a free lunch."