Estos días me han dado mucho a pensar en lo poco que vivimos realmente lo que decimos, encuentro enormes incongruencias que creía inexistentes y me preocupa. Me causa tristeza que muchos se tomen a broma cosas que para mí son tan serias... sólo me demuestra que cuestiones como la discriminación se han vuelto tan comunes en nuestro entorno que ni siquiera las notamos y claro, se convierte en motivo de polémica para hacerme enojar y para reírse un rato. Que grave me parece que entre broma y broma... descubra que hay todavía tantísimo que hacer para defender y promover la dignidad del ser humano. No se trata de tomar posturas radicales ni mucho menos, simplemente defiendo la idea en la que creo: todos somos iguales. El hecho de que alguien huela feito el del metro no lo hace menos persona, el que alguien grite, se ponga a patear asientos o no sepa respetar señales de tránsito puede causarnos enorme enojo, pero no lo hacen menos persona. El que creamos que pedirle a alguien que se comporte en un lugar público o tengamos opiniones distintas o escojamos un grupo definido de personas con quienes convivir, sea en sí mismo una forma de discriminación sólo me hace pensar en lo poco que hemos pensado sobre lo que realmente significa aceptar la igualdad de los seres humanos y lo cerrado que podemos tener el criterio. Por supuesto que no tenemos que compartir ni convivir con quienes no nos late hacerlo, podemos diferir en ideas, opiniones, gustos y demás cosas... eso no se llama discriminación, se llama elección de la forma de vida que queremos. Criticar enriquece. Pero para enriquecer con la crítica debemos tener argumentos sólidos, razonamientos y bases para hablar... creer en la existencia de verdades absolutas, entes superiores a otros y establecer "bandos" basados no en ideas, argumentos y razones, sino en el color de la piel, el tono con que hablas, la manera en que te vistes, la música que escuchas o la forma en que hueles, sólo puedo llamarlo discriminación.
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Pero claro, hay ámbitos en los que si si, muy defensores de los derechos humanos y todos contra Echeverría y que lo quemen vivo por hijo de suchi... todos muy en contra de la tortura, toodos muy tristes por la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, uy que malo era Hitler y también todos bien contentísimos de que ya haya igualdad entre hombres y mujeres, porque todos somos iguales, no? En la teoría es tan fácil decirlo. Tan fácil estudiarlo en un escritorio, leerlo en un informe, enterarme a la distancia --real o histórica-- de lo que implica la discriminación y sentir lástima por esa gente. Tengo un verdadero nudo en el estómago. Es un nudo de impotencia, de frustración por no ser capaz de cambiar en mi entorno, dentro del microcosmos en el que me muevo, ni una de las ideas que dan origen a la discriminación. México es una sociedad profundamente dividida y racista y es triste reconocer que las ideas que dan origen a esta situación se encuentran arraigadas en la forma de pensar de la gente que me rodea. No, no se trata de desechos humanos, como he escuchado a infinidad de gente decir. Se trata simplemente de reconocer que el hecho de tener la fortuna de nacer con la oportunidad de aprender, de ir a la escuela, de recibir un tipo de educación determinada, de tener la opción de elegir lo que comemos y vestimos, todo esto no nos hace ni más ni menos que la gente que carece de esas opciones. Claro, dicho así no encontraré oposición a mi postura. Sin embargo, he visto y escuchado a gente últimamente que afirma que "discriminar no es malo, yo no tengo porqué aguantar al que apesta a cebolla a mi lado;" o "ser fresa no es ser intolerante, intolerantes los nacos que nos tildan de tarados, superficiales, poco inteligentes;" o bien el "no se ataca la diferencia, sino la falta de estándares." Sigo sin entender de donde sale la ingenuidad para creer que en un país tan diverso y multicultural como el nuestro, toda la gente estaría obligada a conocer los estándares de la clase dominante-- si, dominante porque es la que genera ingresos, la que define el rumbo económico y político del país, por que finalmente es la que tuvo la oportunidad de tener lana y parece que eso nos ciega hacia lo que vive la gente que sobrevive en el campo, en una ciudad perdida, en un barrio popular, o en cualquier cantidad de espacios; gente que si habla, viste, huele, se peina o se ve de una manera determinada, tal vez sea porque en su vida es todo lo que ha conocido, o bien porque no tiene los recursos que le permitan hacer las cosas de manera distinta, o porque nunca accedió a una educación integral. Ya no sé qué sentimiento es más fuerte en mí en este momento, si el coraje que me da el no reconocimiento de estas realidades en el entorno en el que vivo, o si la tristeza de no poder discutirlo con seriedad con mucha gente. Tampoco sé que demonio sea peor, si la discriminación o la completa negación de su evidente existencia.