¿Dónde queda México?

Hoy alguna fibra sensible de mi interior, fue de nuevo cimbrada. Estaba escuchando hablar al Subprocurador para la Delincuencia Organizada, el mismisimo José Luis Santiago Vasconcelos, sobre el balance en seguridad pública durante la presidencia de Vicente Fox. Sentí como poco a poco se me iba revolviendo el estómago y el calor subía a mis cachetes. Hice el coraje de la semana (si no es que de más tiempo atrás) mientras escuchaba como se pavoneaba con los "avances" en seguridad pública... como se lavaba las manos de toda culpa y pedía a una audiencia cautiva su "comprensión" porque el paquete es muy grande y al parecer, a la PGR le ha quedado enorme. En un tono suave, tranquilo y sin prisas, el subprocurador aprovechó el foro brindado por la Semana Mexicana en LSE para venirnos a decir que el aumento en la violencia registrado en los medios mexicanos, es sólo eso: que la prensa tiene más acceso a información, pero que están reportando sólo un fenómeno que pues así es y hay que entender como tal (#!$ no puedo ni siquiera encontrar una grosería adecuada). Vino todo el camino desde la capital azteca hasta el país de la reina a decirnos sin empacho alguno que si, la PGR se está militarizando hasta en un 90% en sus operaciones contra el narcotráfico, porque los policías civiles no alcanzan y además, se corrompen (claro, a nadie se le ocurre entrenarlos, mejorar sus condiciones de trabajo y mucho menos sus salarios... ya ni hablar de hacer de esta una profesión más atractiva (dejémoslo en "viable") para los jóvenes.... eso no se toca). No pienso ponerme a esbozar mis razones para pensar que la militarización de la policía es una aberración (prometo hacerlo en algún otro momento). Pero si tengo que decir que estoy no sólo sorprendida sino consternadísima. Mi consternación iba creciendo mientras el hombre se regocijaba explicando que México es un jamón en el sándwich del ciclo de vida del narcotráfico: atrapados entre el pan de la producción y el del consumo. Con un determinismo propio de la teoría de la evolución, distribuía culpas a la situación geográfica de nuestro país, a la cercanía con Estados Unidos y a la ausencia de fronteras seguras.... No puedo creer el cinísmo que un agente de gobierno puede tener para simplemente decir "no podemos con la chamba" y entonces alardeamos de los éxitos más insignificantes, si se contempla en su totalidad el problema: más capos en la cárcel, más agentes corruptos en proceso. Y cuando en el público sale una noruega a decir que al hermano de su esposo lo mataron unos secuestradores y que no hay avances en la investigación desde hace tres meses que ocurrió la tragedia, no puedo negar que sentí como se me enchinaba todo el cuero cuando el cabrón que teníamos enfrente respondía con la típica frase de "páseme sus datos y con todo gusto le ayudamos." Pero ¿qué nos pasa? ¿Es que uno necesita estar presente en Londres, en una conferencia del subprocurador para que su caso sea atendido en México? Es que de verdad no entiendo. No entiendo el valor o el descaro de sólo venir a otro país a alardear de que todo está bajo control, cuando todos sabemos que no es así. No entiendo cómo no puede hablarse con la verdad, tener más ingenio para buscar soluciones, reconocer las carencias y no andar buscando pretextos para escudarse, para disculparse.

Y yo que creía que la conferencia de ayer había sido impresionante. No. Si lo que más me llamó la atención ayer fue que en una mesa de debate académico, analistas poco proclives a la izquierda estuvieron de acuerdo en que a menos de que algún evento realmente significativo suceda, AMLO presidente no está lejos. Y yo salí pensando en todo lo que eso implicaría. Y yo seguí pensando en qué tan grave era lo que decían: negociaciones de todos tipos son de esperarse; debilitamiento de instituciones como la Suprema Corte o incluso el Banco de México; política exterior inexistente; gasto público exagerado; promesas y expectativas sin cumplir. Pero nada de eso me había hecho saltar de mi asiento a preguntarle al ponente que demonios tenía en la cabeza. Pero hoy esas fibras sensibles de las que se conforman mis creencias, fueron tocadas en lo más profundo. Sentí realmente coraje al escuchar al subprocurador de la República decir que sabían perfectamente que todo el asunto de las muertas de Juárez estaba ligado al narcotráfico y pues que por esa razón "se había detenido y desviado la investigación." Pero es que no me cabe en la cabeza que hable de un "efecto llamada" en que la impunidad incrementa la violencia porque se está "llamando" a la gente a no cumplir las leyes, porque simplemente no hay sanciones. Y que la autoridad te lo cuente con la mano en la cintura y rascándose los tanates... ¿en qué mundo surrealista habita?

No estoy pidiendo soluciones milagrosas. Tampoco estoy pidiendo azotes de culpa. Creo que si comenzaramos reconociendo dónde están las carencias, sería un inicio. Pero creo que no puede uno quedarse contemplando con pena la ausencia de soluciones. Hay que reaccionar, accionar, moverse... y hoy no veo por donde podría México, con la mentalidad que observo en la gente que he escuchado estos días. Y no lo veo porque el énfasis está siempre en darle a la gente lo que quiere escuchar. Prometer lo que no se puede, pero que al final convertirá al prometedor en dador de gloria por haber dado un salto donde tenía que haber corrido. Sólo veo intenciones mesiánicas con tintes de campaña electoral que sigo sin entender porqué creen que compraremos. Luis Rubio dijo ayer que México sólo tenía los políticos que quería, porque no hacía nada por evitarlo ni cambiarlo. En ese momento sentí indignación. Hoy, le concedo el beneficio de la duda.... porque me cuesta mucho trabajo aceptarlo.